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sábado, 1 de septiembre de 2012

"Media hora" de Constantino Cavafis


Ni te conseguí, ni te conseguiré
nunca, creo. Algunas palabras, un acercamiento
como en el bar anteayer, y nada más.
Es una pena, no digo. Pero nosotros los del Arte
a veces con intensidad de pensamiento, y ciertamente sólo
por poco tiempo, creamos un placer
que parece casi real.
Así en el bar anteayer -claro que ayudando
mucho el alcohol compasivo-
tuve una media hora en plenitud erótica.
Y tú lo percibiste, me parece,
y te quedaste un poco más de adrede.
Eso era muy necesario. Porque
con toda la imaginación, y con el mágico alcohol,
tenía que mirar también tus labios,
tenía que estar tu cuerpo cerca.

"Las ventanas" de Constantino Cavafis


En estas oscuras piezas, donde paso
días agobiantes, voy y vuelvo arriba abajo
para hallar las ventanas. -Cuando se abra
una ventana habrá un consuelo-.
Mas las ventanas no están, o no puedo
encontrarlas. Y mejor quizás que no las halle.
Acaso la luz sea un nuevo tormento.
Quién sabe qué cosas nuevas mostrará.

"Vuelve" de Constantino Cavafis

Vuelve a menudo y tómame,
amada sensación, vuelve y tómame
cuando despierta del cuerpo la memoria,
y un antiguo deseo atraviesa la sangre,
cuando los labios y la piel recuerdan,
y sienten las manos que acarician de nuevo.

Vuelve a menudo y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan...

"En cuanto puedas" de Constantino Cavafis

Y si no consigues hacer tu vida como quieres
intenta por lo menos esto
en cuanto puedas: no vayas a ensuciarla
al frecuente contacto de la gente,
con charlas y negocios por doquiera.

No vayas a ensuciarla con llevarla,
con volverla a menudo y exponerla
a la vulgar locura cotidiana
de tanta relación y compañía
para que se convierta en una extraña intrusa.

Emily Dickinson

Soy nadie. ¿Tú quién eres? ¿Eres tú también nadie? Ya somos dos entonces. No lo digas: lo contarían, ¿sabes?.

Poema 10 de Pablo Neruda

Hemos perdido aun este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.

He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.

A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.

Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.

Entonces, dónde estabas?
Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?
Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?

Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.

Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.

Poema 6 de Pablo Neruda

Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.

Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.

Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.

Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.

Poema 20 de Pablo Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.»

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

"No desistas" de Rudyard Kipling

Cuando vayan mal las cosas
como a veces suelen ir,
cuando ofrezca tu camino
solo cuestas que subir,
cuando tengas poco haber
pero mucho que pagar,
y precises sonreír
aun teniendo que llorar,
cuando ya el dolor te agobie
y no puedas ya sufrir,
descansar acaso debes
¡pero nunca desistir!

Tras las sombras de la duda
ya plateadas, ya sombrías,
pude bien surgir el triunfo
no el fracaso que temías,
y no es dable a tu ignorancia
figúrate cuan cercano,
pueda estar el bien que anhelas
y que juzgas tan lejano.

Lucha, pues por mas que tengas
en la brega que sufrir,
cuando todo este peor,
mas debemos insistir.


"Mi caballero" de José Martí

Por las mañanas,
mi pequeñuelo,
me despertaba
con un gran beso.

Puesto a horcajadas
sobre mi pecho
bridas forjaba
con mis cabellos.

Ebrio él de gozo,
de gozo yo ebrio,
me espoleaba
mi caballero.

¡Qué suave espuela
sus dos pies frescos!
¡Cómo reía
mi jinetuelo!

Y yo besaba
sus pies pequeños,
¡Dos pies que caben
en solo un beso!

Rima XXXVIII de Gustavo Adolfo Bécquer

Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer, cuando el amor se olvida,
¿sabes tú adónde va?

"La duquesa Job" de Manuel Gutiérrez Nájera (1884)

En dulce charla de sobremesa,
mientras devoro fresa tras fresa,
y abajo ronca tu perro Bob,
te haré el retrato de la duquesa
que adora a veces al duque Job.

No es la condesa de Villasana
caricatura, ni la poblana
de enagua roja, que Prieto amó;
no es la criadora de pies nudosos,
ni la que sueña con los gomosos
y con los gallos de Micoló.

Mi duquesita, la que me adora,
no tiene humos de gran señora:
es la griseta de Paul de Kock.
No baila Boston, y desconoce
de las carreras el alto goce
y los placeres del five o'clock.

Pero ni el sueño de algún poeta,
ni los querubes que vio Jacob,
fueron tan bellos cual la coqueta
de ojitos verdes, rubia griseta,
que adora a veces el duque Job.

Si pisa alfombras, no es en su casa;
si por Plateros alegre pasa
y la saluda madam Marnat,
no es, sin disputa, porque la vista,
sí porque a casa de otra modista
desde temprano rápida va.

No tiene alhajas mi duquesita,
pero es tan guapa, y es tan bonita,
y tiene un perro tan v'lan, tan pschutt;
de tal manera trasciende a Francia,
que no la igualan en elegancia
ni las clientes de Hélene Kossut.

Desde las puertas de la Sorpresa
hasta la esquina del Jockey Club,
no hay española, yanqui o francesa,
ni más bonita ni más traviesa
que la duquesa del duque Job.

¡Cómo resuena su taconeo
en las baldosas! ¡Con qué meneo
luce su talle de tentación!
¡Con qué airecito de aristocracia
mira a los hombres, y con qué gracia
frunce los labios ?¡Mimí Pinsón!

Si alguien la alcanza, si la requiebra,
ella, ligera como una cebra,
sigue camino del almacén;
pero, ¡ay del tuno si alarga el brazo!
¡Nadie se salva del sombrillazo
que le descarga sobre la sien!

¡No hay en el mundo mujer más linda!
Pie de andaluza, boca de guinda,
sprint rociado de Veuve Clicquot,
talle de avispa, cutis de ala,
ojos traviesos de colegiala
como los ojos de Louise Theo.

Ágil, nerviosa, blanca, delgada,
media de seda bien restirada,
gola de encaje, corsé de crac,
nariz pequeña, garbosa, cuca,
y palpitantes sobre la nuca
rizos tan rubios como el coñac.

Sus ojos verdes bailan el tango;
nada hay más bello que el arremango
provocativo de su nariz.
Por ser tan joven y tan bonita,
cual mi sedosa, blanca gatita,
diera sus pajes la emperatriz.

¡Ah! Tú no has visto cuando se peina,
sobre sus hombros de rosa reina
caer los rizos en profusión.
Tú no has oído que alegre canta,
mientras sus brazos y su garganta
de fresca espuma cubre el jabón.

Y los domingos, ¡con qué alegría!,
oye en su lecho bullir el día
¡y hasta las nueve quieta se está!
¡Cuál se acurruca la perezosa
bajo la colcha color de rosa,
mientras a misa la criada va!

La breve cofia de blanco encaje
cubre sus rizos, el limpio traje
aguarda encima del canapé.
Altas, lustrosas y pequeñitas,
sus puntas muestran las dos botitas,
abandonadas del catre al pie,

Después, ligera, del lecho brinca,
¡oh quién la viera cuando se hinca
blanca y esbelta sobre el colchón!
¿Qué valen junto de tanta gracia
las niñas ricas, la aristocracia,
ni mis amigas del cotillón?

Toco; se viste; me abre; almorzamos;
con apetito los dos tomamos
un par de huevos y un buen beefsteak,
media botella de rico vino,
y en coche, juntos, vamos camino
del pintoresco Chapultepec.

Desde las puertas de la Sorpresa
hasta la esquina del Jockey Club,
no hay española, yanqui o francesa,
ni más bonita ni más traviesa
que la duquesa del duque Job.

"Ítaca" de Constantino Cavafis

Cuando te encuentres de camino a Ítaca, desea que sea largo el camino, lleno de aventuras, lleno de conocimientos. A los Lestrigones y a los Cíclopes, al enojado Poseidón no temas, tales en tu camino nunca encontrarás, si mantienes tu pensamiento elevado, y selecta emoción tu espíritu y tu cuerpo tienta. A los Lestrigones y a los Cíclopes, al fiero Poseidón no encontrarás, si no los llevas dentro de tu alma, si tu alma no los coloca ante ti. Desea que sea largo el camino. Que sean muchas las mañanas estivales en que con qué alegría, con qué gozo arribes a puertos nunca antes vistos, deténte en los emporios fenicios, y adquiere mercancías preciosas, nácares y corales, ámbar y ébano, y perfumes sensuales de todo tipo, cuántos más perfumes sensuales puedas, ve a ciudades de Egipto, a muchas, aprende y aprende de los instruidos. Ten siempre en tu mente a Ítaca. La llegada allí es tu destino. Pero no apresures tu viaje en absoluto. Mejor que dure muchos años, y ya anciano recales en la isla, rico con cuanto ganaste en el camino, sin esperar que te dé riquezas Ítaca. Ítaca te dio el bello viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene más que darte. Y si pobre la encuentras, Ítaca no te engañó. Así sabio como te hiciste, con tanta experiencia, comprenderás ya qué significan las Ítacas.

"Ithaca" Constantine P. Cavafy (1911)

When you set out on your journey to Ithaca, pray that the road is long, full of adventure, full of knowledge. The Lestrygonians and the Cyclops, the angry Poseidon - do not fear them: You will never find such as these on your path, if your thoughts remain lofty, if a fine emotion touches your spirit and your body. The Lestrygonians and the Cyclops, the fierce Poseidon you will never encounter, if you do not carry them within your soul, if your soul does not set them up before you. Pray that the road is long. That the summer mornings are many, when, with such pleasure, with such joy, you will enter ports seen for the first time; stop at Phoenician markets, and purchase fine merchandise, mother-of-pearl and coral, amber and ebony, and sensual perfumes of all kinds, as many sensual perfumes as you can; visit many Egyptian cities, to learn and learn from scholars. Always keep Ithaca in your mind. To arrive there is your ultimate goal. But do not hurry the voyage at all. It is better to let it last for many years; and to anchor at the island when you are old, rich with all you have gained on the way, not expecting that Ithaca will offer you riches. Ithaca has given you the beautiful voyage. Without her you would have never set out on the road. She has nothing more to give you. And if you find her poor, Ithaca has not deceived you. Wise as you have become, with so much experience, you must already have understood what Ithacas mean.

Veintiún poemas de amor III de Adrienne Rich (1974-76)

Porque ya no somos jóvenes, las semanas han de bastar por los años sin conocernos. Sólo esa extraña curva del tiempo me dice que ya no somos jóvenes. ¿Caminé yo acaso por las calles en la madrugada, a los veinte, con la piernas temblándome y los brazos en éxtasis más pleno? ¿Acaso me asomé por alguna ventana buscando la ciudad atenta al futuro, como ahora aquí, esperando tu llamada? Con el mismo ritmo tú te aproximaste a mí. Son eternos tus ojos, verde destello de hierba salvaje refrescada por la vertiente. Sí. A los veinte creíamos ser eternas. A los cuarenta y cinco deseo conocer incluso nuestros límites. Te acaricio ahora, y sé que no nacimos mañana, y que de algún modo tú y yo nos ayudaremos a vivir, y en algún lugar nos ayudaremos tú y yo a morir.

"Mi vida es el silencio de una espera" de Francisco Villaespesa

Mi vida es el silencio de una espera... Se escapa de mis ojos la mirada, ansiando contemplar la sombra amada que en otros tiempos a mi lado viera. La mano palpa, cual si presintiera negrear en la atmósfera callada la seda tibia de su destrenzada, profusa y olorosa cabellera. Mi oído de impaciencia se estremece, un olor a algo suyo el viento exhala... -¿Estás ya aquí? -le digo, y me parece que «Aquí estoy», dulcemente, me contesta aquella voz que pasa como un ala rozando fugitiva la floresta.

" Desde los afectos" de Mario Benedetti

Cómo hacerte saber que siempre hay tiempo? Que uno tiene que buscarlo y dárselo... Que nadie establece normas, salvo la vida... Que la vida sin ciertas normas pierde formas... Que la forma no se pierde con abrirnos... Que abrirnos no es amar indiscriminadamente... Que no está prohibido amar... Que también se puede odiar... Que la agresión porque sí, hiere mucho... Que las heridas se cierran... Que las puertas no deben cerrarse... Que la mayor puerta es el afecto... Que los afectos, nos definen... Que definirse no es remar contra la corriente... Que no cuanto más fuerte se hace el trazo, más se dibuja... Que negar palabras, es abrir distancias... Que encontrarse es muy hermoso... Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida... Que la vida parte del sexo... Que el por qué de los niños, tiene su por qué... Que querer saber de alguien, no es sólo curiosidad... Que saber todo de todos, es curiosidad malsana... Que nunca está de más agradecer... Que autodeterminación no es hacer las cosas solo... Que nadie quiere estar solo... Que para no estar solo hay que dar... Que para dar, debemos recibir antes... Que para que nos den también hay que saber pedir... Que saber pedir no es regalarse... Que regalarse en definitiva no es quererse... Que para que nos quieran debemos demostrar qué somos... Que para que alguien sea, hay que ayudarlo... Que ayudar es poder alentar y apoyar... Que adular no es apoyar... Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara... Que las cosas cara a cara son honestas... Que nadie es honesto porque no robe... Que cuando no hay placer en las cosas no se está viviendo... Que para sentir la vida hay que olvidarse que existe la muerte... Que se puede estar muerto en vida.. Que se siente con el cuerpo y la mente... Que con los oídos se escucha... Que cuesta ser sensible y no herirse... Que herirse no es desangrarse... Que para no ser heridos levantamos muros... Que sería mejor construir puentes... Que sobre ellos se van a la otra orilla y nadie vuelve... Que volver no implica retroceder... Que retroceder también puede ser avanzar... Que no por mucho avanzar se amanece más cerca del sol... Cómo hacerte saber que nadie establece normas, salvo la vida?

"En la penumbra" de Francisco Villaespesa

¡La hora confidencial!... Entre banales palabras, toda entera, te respiro como un perfume, y en tus ojos miro desnudarse tu espíritu... Hay fatales silencios... Se oscurecen los cristales; y se esfuma la luz en un suspiro, temblando sobre el pálido zafiro que azula entre tus manos imperiales. Las tinieblas palpitan... Andan miedos descalzos por las sedas de la alfombra, mientras que, presintiendo tus hechizos, naufraga la blancura de mis dedos en la profunda y ondulante sombra del mar tempestuoso de tus rizos.

"Los jardines de Afrodita (IX) de Francisco Villaespesa

Con el fervor de un lapidario antiguo, quiero miniar a solas y en secreto, la tentación de tu perfil ambiguo en las catorce gemas de un soneto. Para nimbar tu tez blanca y severa, a modo griego, cual real tesoro, recogerá tu negra cabellera sobre la nuca un alfiler de oro. En líneas escultóricas plegada la túnica e inmóvil la mirada con la clásica unción de las flautistas... La siringa en el labio, y temblorosos sobre el registro, en gestos armoniosos, tus dedos enjoyados de amatistas.