El Dios de los cristianos, Dios de mi infancia, no hace el amor. Quizás, es el único dios que nunca ha hecho el amor, entre todos los dioses de todas las religiones de la historia humana. Cada vez que lo pienso siento pena por él. Y entonces le perdono que haya sido mi superpapá castigador, jefe de policía del universo, y pienso que al fin y al cabo, Dios también supo ser mi amigo en aquellos viejos tiempos, cuando yo creía en él y creía que el creía en mi. Entonces paro la oreja, a la hora de los rumores mágicos, entre la caída del sol y la caída de la noche, y me parece escuchar sus melancólicas confidencias.
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